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La importancia de mantener una buena comunicación con los hijos

La pandemia del COVID -19 ha traído muchos cambios y restricciones para todos. Sin embargo, viendo el lado positivo, algo bueno ha ocurrido pues ahora las familias tienen la oportunidad de pasar más tiempo juntos. Al estar todos en casa, se pueden compartir algunas comidas, cierto tiempo de esparcimiento en familia, así como algunas responsabilidades del hogar.

Los niños y jóvenes necesitan socializar y tener tiempos de esparcimiento, sin embargo, la mayoría de actividades sociales se realizan ahora a través de medios virtuales y esa es una realidad que no podemos cambiar. Los juegos en línea y las redes sociales ofrecen una alternativa de socialización.

Es en este aspecto que los padres debemos prestar atención y encontrar la justa medida sobre el tiempo y oportunidad para que los hijos se conecten a Internet. Hay que establecer acuerdos para que la conexión se realice después de haber cumplido con sus responsabilidades escolares y familiares, fijar límites, respetar los horarios de acostarse y los espacios destinados para comer, sin estar conectados a las pantallas. Pero no sólo hay que estar atentos a los aspectos formales. También es prioritario conocer los contenidos a los que nuestros niños y jóvenes están expuestos.

El Internet es uno de los mejores inventos de este tiempo para estar comunicados e informados. Pero existen varios peligros que no podemos dejar de atender. Uno de ellos está relacionado con la identidad de las personas que interactúan con nuestros hijos. Bien sabemos que hay gente inescrupulosa y mafias especializadas en captar menores para manipularlos y someterlos a propósitos malintencionados. Otro peligro es que gran parte de la información que se difunde por este medio no es válida ni adecuada para menores, causando en ellos confusión, temores o incertidumbre.

A través de los juegos en línea, películas de cable, series, redes sociales, YouTube, Netflix, etc., los niños y jóvenes pueden estar expuestos a contenidos de violencia, estilos de vida, conflictos morales y valores que tal vez no concuerdan con los de la propia familia.

Por ejemplo, las series anime o manga ofrecen géneros para todas las edades y gustos. Las historias pueden ser inofensivas, con temas épicos, mitológicos, de romance o ciencia-ficción, pero también hay otras que incluyen contenidos para adultos con asesinatos por encargo, drogas, prostitución, romance y sexo heterosexual u homosexual que podrían ver los chicos sin restricción, a no ser que los padres supervisen o pongan filtros. Adicionalmente, están los fandoms (grupos de fans), chats en los que los aficionados comparten y socializan entre sí en torno a las series e incluso a veces con los propios autores de las historias.

La diaria exposición a este tipo de contenidos en los que todo está permitido, actúa de manera subliminal distorsionando la capacidad de reconocer lo que es saludable y conveniente para el bienestar personal y social. Por otro lado, el tiempo que los padres dedican cada día a conversar con los hijos sobre temas fundamentales como el respeto a la vida, la dignidad de la persona, la definición de su identidad sexual, su orientación vocacional o proyecto de vida es menor las horas dedicadas al Internet. Por ello, ¡hagamos esfuerzos para mantener una buena y fluida comunicación y aprovechemos productivamente el tiempo compartido en familia!

 

Mg. Gloria Elena Gurmendi
Coordinadora Área Psicopedagógica